Dante
Alighieri, Divina Comedia, Paraíso, Canto XXIII
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Oh Virgen Madre, hija de tu hijo,
Más que toda criatura humilde y alta,
término fijo de un designio eterno,
Tú eres aquella que a la especie humana
ennobleciste tanto, que su autor no desdeñó hacerse su hechura. |
En tu vientre el amor prendió de nuevo, por cuyo
ardor en una paz eterna así esta flor en tierra ha germinado.
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Aquí no eres meridiana antorcha de caridad, y
abajo, entre mortales, les eres de esperanza fuente viva.
Mujer, eres tan grande y tanto vales, que el que
quiere una gracia y no te implora, quiere que su desear vuele sin alas.
Tu benignidad santa da socorro no solo a quien lo
pide, muchas veces liberalmente a ese pedir precedes.
En ti
piedad, en ti misericordia, en ti magnificencia, en ti se aúna todo cuanto es
bondad en la creatura.
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